La recientemente aprobada Ley de Desperdicio Alimentario fija nuevas obligaciones para el sector de la hostelería y la restauración y plantea la oportunidad de las donaciones.
Después de que el Pleno del Congreso aprobara el texto definitivo de la Ley de Desperdicio Alimentario a finales del mes pasado, muchos negocios de la cadena alimentaria, como los bares y restaurantes, aún desconocen con exactitud cómo les afecta esta normativa en su práctica diaria.
En concreto, se han establecido dos nuevas obligaciones para el sector. Una de ellas, consiste en, no solo permitir que los clientes se lleven los alimentos que no hayan consumido, sino también informar claramente de esta posibilidad en el propio establecimiento.
La segunda, como ya vienen realizando muchos autónomos y pequeños negocios del sector, consiste en ofrecer envases aptos para el uso alimentario para que puedan llevarse este sobrante, y que además sean reutilizables o fácilmente reciclables, con la diferencia de que estas actuaciones para evitar el desperdicio ya no serán un mero acto voluntario del local, sino un quehacer obligatorio por ley.
Como señaló la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc) y Phenix -empresa dedicada a la lucha contra el desperdicio- en la presentación de su Barómetro, nueve de cada diez clientes pide llevarse la comida que le sobra en el restaurante, siempre o casi siempre que acuden.
Los autónomos de bares y restaurantes tendrán que anunciar de manera clara y visible que los clientes pueden llevarse la comida sobrante
Con la aprobación de la ley, ciertas tareas para reducir los restos y excedentes de alimentos ahora tendrán que cumplirse de manera obligatoria.
Así, por un lado, los autónomos de la hostelería deberán anunciar de forma clara y visible en el propio local que los clientes pueden llevarse las sobras de la comida que no hayan consumido por completo, a menos que se trate de un establecimiento que opera mediante bufé libre o un modelo similar.
Esta posibilidad se informará preferiblemente en la carta o el menú, pero, en cualquier caso, se trata de informar activamente a los consumidores de que pueden optar por esta alternativa en caso de que no hayan terminado la comida al completo.
Por otro lado, se facilitará que el cliente pueda llevarse estos alimentos en envases aptos para el uso alimentario, como se ha mencionado, que sean reciclables o reutilizables, o, si se trata de envases o recipientes alimentarios de plástico de un solo uso, deberán atenerse a las directrices de la normativa regulada en el título V en la Ley 7/2022, poniendo especial atención a la necesidad de reducir su utilización.
Además, ninguno de estos dos pasos supondrán un coste adicional para los clientes que decidan llevarse el alimento no consumido.
Asimismo, como ya avanzó este diario, uno de los principales cambios de esta ley consiste en establecer una jerarquía de prioridades, basadas en un orden concreto en el tratamiento y gestión de los alimentos, que deben cumplir, en principio, todos los agentes involucrados en la cadena alimentaria, donde también se incluye -según el tipo de establecimiento- la obligación de llegar a acuerdos para donar los excedentes y disponer de un plan de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario.
Sin embargo, las organizaciones han pedido que estas pautas de gestión puedan practicarse con una «flexibilización» para este sector y otras empresas, ya que la primera etapa de esta jerarquía ya se centra en aplicar medidas de prevención. Esto ya es destacable según los expertos, porque es el principal objetivo de las empresas: evitar la generación de desperdicio desde el primer momento, con lo que van a cumplir con este apartado en muchas ocasiones de manera natural .
Pero, a su vez, que en el resto de prácticas siguientes mantengan abiertas las opciones para ejercer el cumplimiento. Como ejemplo, permitiendo redirigir las medidas a otras que puedan ser rentabilizadas por los negocios, siempre bajo el mismo fin de reducir el desperdicio.
«Detrás de la generación de desperdicio hay una pérdida económica, y a ninguna empresa le interesa perder dinero. Tienen que rentabilizar, por lo que su primer esfuerzo ya va a la prevención. La segunda etapa dice que cualquier producto que sea apto para el consumo humano y no se haya comercializado por cualquier motivo, se done para consumo. Ahí es donde entraría esa parte de flexibilización. Si una empresa tiene la opción de utilizar ese producto que no ha comercializado para elaborar un producto alternativo, y darle otra salida que pueda rentabilizar económicamente, en estos aspectos es donde pedimos esa flexibilización. Es ahí donde se ha trabajado (….) para que las empresas puedan buscar esas alternativas», apuntó Nuria de Pedraza, Directora de Comunicación de Aecoc.
Buenas prácticas para el sector de la hostelería
La nueva normativa también recoge un manual de buenas prácticas con recomendaciones que el sector de la hostelería puede poner en marcha para asegurar la reducción del desperdicio alimentario. En particular:
- Incorporar criterios de compra sostenible y de calidad y promocionar la economía de proximidad.
- Incentivar la flexibilización de los menús. Como ejemplo, que el cliente pueda elegir la guarnición o raciones de distinto tamaño. “Que puedan ofrecer el mismo plato en formato pequeño, mediano o grande” y con ello evitar desde un primer momento “generar esas sobras de comida”.
- Fomentar la donación de alimentos con fines sociales y otros tipos de redistribución para el consumo humano.
- Favorecer, siguiendo la normativa de residuos, la entrega de restos alimentarios a iniciativas de compostaje.
- Llevar a cabo campañas que conciencien sobre la importancia del consumo responsable y su impacto en la sostenibilidad.
- Formar y sensibilizar a empleados y voluntarios en la prevención del desperdicio alimentario.
Fuente: Autónomos y Emprendedor.es